Biombos flotantes,escena en 2 acrílicos sobre tela 58×110.
Basados en los poemas Haikus:
-El Samurai basado en el Haiku de Santoka (1882-1940):
Discurriendo por entre las rocas
el agua acaba en un azul remanso
en el que me purifico.
-La sirena basado en el Haiku de Soseki (1867-1916):
Bajo la joven fronda
Fluye escondido el río,
su agua resuena.
Discurriendo entre las rocas y Bajo la joven fronda
No puedo dejar de leer los poemas clásicos, ya lo he dicho en otras ocasiones, saborear un Haiku me hace desarrollar un paladar poético, es un ejercicio de despertar…el surco que me deja me hace pintar lo que me ha despertado emoción.
Su sencillez de texto, extraordinariamente sutil, mas epidérmico que visual me hace viajar del pincel al lienzo. Muchos de ellos, como los de Basho , Buson (pintor antes que poeta y más visual por deformación),Soseki, Santoka,Issa…vuelvo a releerlos por lo mucho que me instruyen y me inpiran para seguir creado nuevos cuadros y sobre todo, siempre aprender de ellos.
Todo seguidor de la filosofía Zen tiene una metáfora y actualización del voto de
no-repetición : «No duermas siempre en la misma estera», incluso en las tareas cotidianas más repetitivas, mantener la atención alerta de lo que miramos y escuchamos es fundamental.
Discurriendo por entre las rocas
el agua acaba en un azul remanso
en el que me purifico.
Santoka, con este Haiku, nos va haciendo ver,escuchar, contemplar y , finalmente, compartir su rito. Nos lleva de la roca al agua, del agua al azul, y del azul al rito de purificación. El misogi es una ceremonia que sirve de entrenamiento e el camino de los Yamabushi (monjes que viven en las montañas). De la roca y del agua sacarán su fuerza los que habrán de convertirse en montaña.
Decidí unir y completar la escena con la de la Joven Fronda Amaterasu, diosa del Sol de la mitología sintoista que purifica y también nos enseña a mirar y escuchar.
Acerca del poeta Santoka (1882-1940):
Es probablemente el poeta nipón del que más se publica en la actualidad en su país de origen y el último célebre peregrino japonés. La razón de su caminar nos la da el mismo: «Mi peregrinaje es a las profundidades del corazón humano».
Tanto su poesía como su vida reflejan una individualidad y un amor por la independencia fuera de lo común:
«Para hacer lo que quiero, y no hacer lo que no quiero; ése el motivo por el que adopté esa forma de vida».
Santoka es incapaz de establecerse en ningún sitio por mucho tiempo y se explica diciendo: «Demasiado contacto con la gente trae conflictos, odios y apegos. Para librarme a mí mismo de la violencia íntima y el aborrecimiento de los demás debo caminar». Esta peculiar forma de resolver su existencia tenía circunstancias familiares.
Su padre un rico propieatario de tierras Yamaguchi, mujeriego empedernido, que dilapidaba su fortuna con multitud de amantes, circunstancia que desencadenó finalmente el suicidio de su madre arrojándose a un pozo cuando Santoka tenía solo 11 años. Este episodio jamás será olvidado por el poeta que intentó durante toda su vida ahogar sus recuerdos en sake llegando a ser alcohólico crónico.
Matrimonio fracasado, otro hermano que se suicida , la muerte de su padre hacen que el decida suicidarse también tirándose al tren que frena a tiempo y no le mata,este suceso marca un antes y un después , le recoge un prior de un templo zen de los alrededores, Gian Mochizuki, la figura que más influyó en su vida, le invitó a quedarse y así lo hizo el poeta. A las cuarenta y dos años, es ordenado monje zen, filosofía que ya había despertado poderosamente su atención.
Tras varias peregrinaciones , porque su incesante necesidad de viajar le impide estar quieto mucho tiempo en ningún lugar ,muere a los 52 .
El día antes de su muerte visitó a un amigo y le dijo:
«Tengo proyectado un nuevo viaje. Mañana mismo me arrojaré una vez más en medio de la naturaleza». Esta vez fue la Gran Naturaleza la que le acogió.